Por Elena Dávila, becaria de digitalización de archivos
Si ha visitado Vizcaya a última hora de la tarde, le habrá sorprendido gratamente el sonido de la música que llena la casa. El instrumento responsable es el impresionante órgano de tubos, situado en el salón, en la esquina noreste de la casa, con sus tubos alojados justo detrás, en la Cámara del Órgano. Se puede tocar manual o automáticamente con rollos de música para órgano, muchos de los cuales fueron seleccionados por el propio James Deering del catálogo de la empresa Welte-Mignon. La correspondencia de los archivos de Vizcaya arroja luz sobre la historia de este importante instrumento.

"LAMENTO CAUSARLE TODAS LAS MOLESTIAS QUE LE ESTOY CAUSANDO A ESTE RESPECTO, PERO ME SENTIRÍA MUY TONTO SI GASTARA 25.000 DÓLARES EN UN ÓRGANO Y DESCUBRIERA QUE PRONTO CARECERÁ DE VALOR".
- James Deering
Música de órgano en la Bahía de Biscayne
La construcción de Vizcaya en su pintoresco emplazamiento con vistas a la bahía de Biscayne planteó importantes retos. Uno de ellos era proteger la casa y su valioso y a menudo delicado contenido de las inclemencias del tiempo, al tiempo que se mantenían las logias abiertas que permitían sentir la brisa marina. El funcionamiento satisfactorio y duradero de un órgano exigía un estudio y una adaptación especialmente cuidadosos del propio instrumento y de su ubicación permanente.
En una carta al arquitecto de Vizcaya Francis Burrall Hoffman, James Deering expresaba su preocupación por los efectos del duro clima de Miami en la mecánica del órgano de tubos. Los archivos de Vizcaya están llenos de cartas en las que se expresan preocupaciones similares por el órgano y otros aspectos de la casa.
Esta carta entre James Deering y el arquitecto de Vizcaya Burall Hoffman pone de manifiesto la preocupación de Deering por los efectos del duro clima de Miami en la mecánica del órgano de tubos.
Preocupado por las condiciones climáticas húmedas y mojadas, James Deering sugirió en una carta el uso de calentadores eléctricos como medio de mantener seco el órgano cuando no se utilizara el horno de la casa. Francis Burrall Hoffman modificó los planos arquitectónicos, añadiendo tomas eléctricas a la Cámara del Órgano para acomodar el uso de calentadores eléctricos.
Un productor de órganos dispuesto a afrontar un reto
James Deering comunicó sus exigencias a los fabricantes de órganos, entre ellos la Aeolian Organ Company y M. Welte & Sons. Inc., retándoles a producir un instrumento que satisficiera sus necesidades. A lo largo de la colección de correspondencia hay cartas entre James Deering y los profesionales que contrató para que le asesoraran en el diseño y la construcción de su casa de Florida. En los casos en los que se necesitaban conocimientos específicos, Deering recurrió a sus círculos profesionales y sociales. Para preparar el encargo, Deering consultó a otros organeros locales, como el comodoro Arthur Curtiss James, de Coconut Grove, y Carl Fisher, de Miami Beach. Deering pensó que lo mejor sería reforzar todas las piezas de madera con hierro y que no debía utilizarse pegamento. Fisher ofreció la idea de laminar todas las piezas de madera, una tarea imposible sin cola.
Entre las concesiones acordadas por Deering y la Aeolian Organ Company estaban el uso de madera americana que pudiera soportar el clima, el empleo de latón en todo el instrumento y el uso de hierro sólo en las piezas no esenciales. Sin embargo, Deering rompió su contrato con la Aeolian Organ Company en 1916, cuando ésta fue incapaz de cumplir sus obligaciones. En agosto de 1916, contrató a M. Welte & Sons. Inc. para fabricar un instrumento que incluyera todas las especificaciones de su contrato original con la Aeolian Organ Company.
El órgano de tubos Welte Philharmonic sigue proporcionando diversión musical a los huéspedes de Vizcaya hasta el día de hoy gracias a los esfuerzos de James Deering, su equipo y M. Welte & Sons. Inc. Su trabajo requirió enormes cantidades de comunicación a través de grandes distancias. Las cartas y telegramas de los archivos ponen de manifiesto la coordinación necesaria para llevar a cabo los proyectos a lo largo del tiempo y la distancia.
Las cartas aquí reseñadas se enviaron a lo largo de un año y están repartidas entre más de 5.000 piezas de correspondencia. Investigar en las colecciones es un viaje fascinante que requiere paciencia y habilidad para extraer historias como ésta de miles de comunicaciones.