Introducción al Romanticismo
Durante el siglo XVIII se extendió por Europa un movimiento artístico conocido como Romanticismo, que pretendía evocar un mundo idealizado de sencillez rural en contraste con los centros urbanos e industrializados de las ciudades. Esta visión nostálgica de un campo apacible se expresaba a través de diversas formas artísticas, como las pinturas al óleo y las estatuas de plomo de jardín. Los temas de estas obras solían representar a pastores, cazadores y otras figuras rurales, presentando un modo de vida idílico, sobre todo para el público urbano.
Conozca al pastor y la pastora de Vizcaya
El Pastor de Vizcaya y su acompañante se atribuyen al talentoso escultor John Cheere (1709-1787) y datan de mediados del siglo XVIII. Adquiridas en Inglaterra en 1917, estas figuras fueron traídas para adornar los pintorescos jardines de Vizcaya. La estatua del Pastor mide unos impresionantes 50 centímetros de altura y desprende grandeza y significado.
La Pastora va delicadamente ataviada con un vestido de encaje, el delantal bien atado por delante, un sombrero de ala y zapatos de hebilla. Su compañero, el Pastor, está de pie, con las piernas cruzadas, vestido con calzones, camisa suave y chaqueta abierta, todo ello complementado con un sombrero similar y zapatos de hebilla. Originalmente, cada estatua tenía un atributo que contribuía a su narrativa, pero esos atributos se han perdido con el tiempo.
Legado e influencia artística de John Cheere
John Cheere fue un artista prolífico que dejó tras de sí una impresionante colección de ornamentos de jardín esparcidos por Inglaterra y Portugal. Su especialidad era la producción en serie de estatuas y bustos de plomo y escayola, muy apreciados por la aristocracia del siglo XVIII, sobre todo para embellecer sus casas de verano. La demanda de estatuas con temas pastorales era considerable en esta época. Estas estatuas no sólo captaban la esencia de su época, sino que a menudo estaban pintadas con colores reales, lo que realzaba su atractivo visual. Cada taller tenía su propio estilo, lo que permite atribuir las estatuas conservadas a artesanos concretos.
El reto del tiempo y el daño medioambiental
Desgraciadamente, las estatuas de plomo son susceptibles de deterioro gradual si no se mantienen adecuadamente. El Pastor y la Pastora de Vizcaya, al ser figuras de gran tamaño, se fundieron con una armadura interna envuelta por un núcleo de yeso. Con el tiempo, la exposición a la intemperie permitió que el agua se filtrara en la superficie de plomo a través de pequeñas grietas o agujeros, lo que provocó la oxidación de la armadura interna de hierro. En última instancia, esto provocó la rotura del plomo y el colapso final de las esculturas, similar a la desintegración de su estructura ósea. Además, el crecimiento de las plantas aprovechó las grietas en la superficie de plomo, agravando los daños. Después de más de dos siglos, las estatuas mostraban los inconfundibles efectos del desgaste medioambiental.
Preservar el pasado: Esfuerzos de restauración
En 1990, para evitar que las estatuas se perdieran a causa de los estragos del tiempo, el pastor y la pastora fueron enviados al laboratorio de conservación de Washington University Technical Associates, en San Luis (Misuri), para ser sometidos a una exhaustiva restauración. El equipo del laboratorio reprodujo meticulosamente los elementos que faltaban para devolver a las estatuas su esplendor original. Con este minucioso esfuerzo se pretendía honrar el arte de John Cheere y garantizar que las generaciones futuras pudieran seguir apreciando estos tesoros históricos.
Un renacimiento en los jardines de Vizcaya
Hoy en día, los visitantes pueden encontrar las estatuas del pastor y la pastora orgullosamente expuestas en el Jardín del Teatro, situado en el lado este de los jardines de Vizcaya, cerca del encantador Laberinto y de los serenos manglares. Mediante una cuidadosa restauración y respetando los dibujos originales del Jardín del Teatro, Vizcaya ha conseguido recrear el aspecto de las estatuas tal y como eran en la época de Deering, reavivando el romanticismo del movimiento romántico.
El Pastor y la Pastora son un testimonio del perdurable encanto del Romanticismo en el arte y de los meticulosos esfuerzos realizados para preservar y valorar nuestro patrimonio cultural. Mientras estas cautivadoras estatuas sigan adornando el Jardín del Teatro, invitarán a los visitantes a adentrarse en una época pasada, en la que lo bucólico y lo urbano se funden en una armonía atemporal.
Este proyecto ha sido sido posible en parte gracias a una importante subvención de la National Endowment for the Humanities: La democracia exige sabiduría.
Los puntos de vista, resultados, conclusiones o recomendaciones aquí expresados no representan necesariamente los de la National Endowment for the Humanities.
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